Hoy 11 de Agosto se celebra la festividad de Santa Clara de Asís, fundadora de la Orden de nuestras queridas RR. MM. Clarisas - Capuchinas.
Cuando Clara cumplió los 15 años, sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza, a lo que ella se resitió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resuelto no conocer jamás a hombre alguno. Por esa fecha había vuelto de Roma, con autoridad pontífica, el joven Francisco, cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó predicar en la Iglesia de San Rufino y comprendió que su vida debía estregarla a Dios.
Entre los seguidores de Francisco había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y éstos le facilitaron el camino a sus deseos, siendo la noche después del Domingo de Ramos de 1212 cuando Clara huyó de su casa y se encaminó a la Porcíncula; allí la aguardaban los frailes menores con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la capilla, se arrodilló ante la imagen del Cristo de San Damián y ratificó su renuncia al mundo. Cambió sus relumbrantes vestiduras por un sayal tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello entró a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.
(foto: Cruz del Cristo de San Damián)
(foto: Iglesia de San Damián)
Clara abandono pronto el beaterio de San Ángel por su seguridad, ya que su padre al darse cuenta de su fuga, sale furioso en su busca. Posteriormente, San Francisco le reconstruye la capilla de San Damián, lugar donde el Señor había hablando a su corazón diciéndole "Reconstruye mi Iglesia". Esas palabras del Señor habían llegado a lo mas profundo de su ser y lo llevó al mas grande anonadamiento y abandono en el Señor. Gracias a esa respuesta de amor, de su gran "Si" al Señor, había dado vida a una gran obra, que hoy vemos y conocemos como la Comunidad Franciscana de la cual Santa Clara se inspiraría y formaría parte crucial, siendo cofundadora con San Francisco en la Orden de las Clarisas.
(foto: Interior Convento de San Damián)
Cuando solo tenía un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa Clara lo bendijo y rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la mitad a los Hermanos Menores y la otra mitad se la repartió a las Hermanas. Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las doce del día, Clara invita a comer al Santo Padre pero el Papa no accedió. Entonces ella le pide que por favor bendiga los panes para que queden de recuerdo, pero el Papa respondió "quiero que seas tú la que bendigas estos panes". Santa Clara le dice que sería como irespeto muy grande de su parte hacer eso delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el voto de obedicencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes haciéndole la señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre los panes.
Su forma de vida en el convento siempre fué de; servidora de sus enseñanzas, sus cuidados, su protección y su corrección. La responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos no la utilizó para imponer o para simplemente mandar en el nombre del Señor. Lo que ella mandaba a sus hijas lo cumplía, primero ella misma con toda perfección. Se exigía mas de lo que pedía a sus hermanas.
(foto: cuerpo incorrupto de Santa Clara de Asís en la Basílica del mismo nombre)
PAZ Y BIEN