lunes, 14 de septiembre de 2015

FESTIVIDAD DE LA IMPRESIÓN DE LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO

El próximo día 17 de Septiembre, celebraremos en comunión con toda la famila Franciscana, la antigua festividad de la Impresión de las Llagas de Cristo a nuestro seráfico padre San Francisco.
Desde su conversión a Dios, San Francisco profesó una grandísima devoción a los misterios de la pasión del Señor, y no cesó de meditar y de predicar, con su vida y su palabra, a Cristo crucificado. En septiembre de 1224, dos años antes de su muerte, se retiró al monte Alverna para consagrarse totalmente a la oración y la penitencia, y un día, mientras estaba sumido en contemplación, el Señor Jesús imprimió en su cuerpo -manos, pies y costado- los estigmas de su pasión. Le sangraban, le causaban grandes sufrimientos y le dificultaban su vida y actividades, pero no cesó de viajar y predicar mientras sus fuerzas se lo permitieron. En vida del Santo, sus compañeros más cercanos pudieron ver las llagas de manos y pies, y a partir de su muerte todos pudieron contemplar también la llaga del costado. Benedicto XI concedió a la Orden franciscana celebrar cada año la memoria de este hecho, probado por testimonios fidedignos.


Sirva esta ocasión para unirnos mas a nuestro Santo Padre Papa Francisco, en la oración profunda y constante por nuestros hermanos cristianos que son perseguidos y martirizados por su Fé. Por los que son desplazados de sus tierras y hogares, por medio del odio, del fanatismo y de las guerras. 
En definitiva por todos los que lo pasan mal en el mundo. Que la Paz y el bien que predicaba el humilde de Asís los acompañen siempre y a esta Familia Franciscana la tenga unida en mutua y fraternal caridad, dando al mundo ejemplo de justicia, amor y paz.
-Oración: Dios de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de tu Hijo al bienaventurado padre Francisco para encender en nuestros corazones el fuego de tu amor, concédenos, por su intercesión, configurarnos a la muerte de Cristo para vivir eternamente con él. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.